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De trapo, de plástico, de paja, de madera, de porcelana… A lo largo de la historia la muñeca ha acompañado los juegos de la infancia.
Si miramos en profundidad veremos que jugar con muñecas tiene cierta trascendencia que hace de este juego...
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De trapo, de plástico, de paja, de madera, de porcelana… A lo largo de la historia la muñeca ha acompañado los juegos de la infancia.
Si miramos en profundidad veremos que jugar con muñecas tiene cierta trascendencia que hace de este juego inocente una potente herramienta de aprendizaje y de acercamiento al mundo adulto.
Es fácil empezar diciendo que forma parte del conocido juego simbólico, una actividad que permite al niño y a la niña entender el mundo que le rodea en una especie de escenario irreal en el que el proceso de investigación-acción lo convierten en un poderoso experimento vital y de resolución de conflictos internos.
En palabras de Prieto y Medina “el juego simbólico es como un pequeño refugio construido por el niño para volver a él cuando necesita rehacer su mundo”. Así se vuelve en un pequeño teatro cultural y social donde los pequeños ponen en marcha todas sus habilidades sociales, cognitivas, emocionales, intelectuales, físicas, creativas…
Jugar con muñecas posibilita una gran cantidad de acciones tales como alimentarlas, vestirlas, cambiarles el pañal, peinarlas, lavarlas, ponerlas en el váter, llevarlas al medico… acciones relacionadas con el día a día de las niñas y niños fruto de la observación que hacen del modelo adulto de cura y crianza de bebés y niños/as de sus personas de referencia
Esta visión del juego con muñecas lleva a algunos profesionales como Hallie Speranza a afirmar que se trata de una actividad terapéutica que conduce a generar acciones a veces inesperadas por el adulto, como pisar las muñecas o meterlas en el horno, que suponen una gran descarga emocional que libera al niño/a. Además también incluye el componente grande-pequeño en el que el niño o la niña pasa de ser el pequeño para ser el grande-gigante en un mundo hecho a su medida; esto le convierte en la mamá o el papá y reproducen acciones y situaciones con las muñecas que son cotidianas de su vida familiar, de forma que le permiten ponerse en el lugar de otros y entender el porqué de las cosas.
La pedagogía Waldorf nos habla de la importancia de jugar con muñecos y muñecas, ya que estos suponen una representación de uno/a mismo/a. Nos ofrecen la oportunidad de expresarnos, bien comportándonos como sus cuidadores/as, o bien identificándonos con el propio muñeco o muñeca, que bañamos cuando está sucio/a, alimentamos cuando tiene hambre o hablamos bajito cuando tiene miedo, asegurándonos de acurrucarle bien apretado.
Hasta una cierta edad, los niños y las niñas eligen el/la muñeco/a que más les asemeja por instinto. De este modo, una niña rubia tenderá a escoger una muñeca rubia y un niño de piel negra, buscará un muñeco que se le parezca. Y así con cada uno de nuestros rasgos. Es un proceso normal, que nada tiene que ver con no aceptar la diferencia. Es simplemente que en esta etapa, normalmente, exploran con la identificación.
Por eso, es importante que existan en el mercado muñecos y muñecas que nos representen a todos y todas, sin excepción. Muñecos y muñecas que hagan de espejo, que nos permitan jugar de forma plena conquistando todas las fases que nos ofrece el juego. Estos muñecos y muñecas con síndrome de down, muñecas de rasgos latinoamericanos, con rasgos hindúes, africanos, orientales, muñecos/as sexuados/as, muñecas con un implante auditivo… son una de nuestras apuestas por abrazar la diversidad y la construcción de un mundo mejor.
Además de tener muñecos y muñecas de diferentes materiales, adaptadas/os a diferentes edades, tenemos también mucho cuidado en cuidar los estereotipos que transmiten las muñecas a la hora del juego. Si la muñeca Barbie fuera real (y muchas de las que hay en el mercado ahora mismo), sus medidas serían imposibles. Su cuello sería demasiado delgado para sujetar su cabeza, los órganos vitales de todo ser humano no cabrían en su abdomen (de hecho, por lo visto solo le cabría medio hígado y un trocillo insignificante de su intestino), los tobillos no la sujetarían y con sus muñecas tan delgadas, no sería capaz de levantar ningún objeto de peso medio. ¡Y e dolerían mucho los pies por ir siempre con tacones. ¿Estamos seguros/as de que es el tipo de muñeca con la que queremos que jueguen y se identifiquen nuestros hijos y nuestras hijas?
Hay quien puede pensar que esto son tonterías y que son solo niñas y niños, que solo es un juego, que tampoco puede afectarles tanto, que no es tan exagerado. Qué mensaje puede estarles llegando si “simplemente” están jugando, ¿no? Total, de ahí al concepto que tenemos de nuestro cuerpo y los estereotipos, hay un trecho enorme, ¿no es así?
Nosotras, casi mejor que vamos a movernos en el terreno de la duda razonable, y por si acaso, tenemos en nuestro catálogo otro tipo de muñecas. Las Lottie son un ejemplo de ello, unas maravillosas muñecas y muñecos, con cuerpo de niña/o, con ropa de niña/o, con aficiones de niña/o, con pelo largo y corto, con diferentes tonos de piel, inclusivas...que guardan unas proporciones reales y adecuadas para la infancia. Muñecos y muñecas que se van de acampada, que pintan, que reman en el río, que se visten de heroínas, que montan a caballo, que sueñan con ser astronautas, que juegan con cometas…
A través del juego con muñecas y muñecos, los/las niños/as satisfacen una necesidad de identificarse, representando momentos de la vida cotidiana para expresar lo que sienten. Casi nada, ¿eh? De modo que nosotras, si tenemos que elegir, tenemos claro qué tipo de modelos queremos para ellas y ellos. Ya sabéis, por eso del “por si acaso”. O más bien, porque estamos seguras.
Cuidar a las muñecas nos posibilita cuidarnos a nosotros mismos y a los demás, por eso los niños siempre juegan y siempre jugarán a muñecas. Así que, la próxima vez que veáis a un niño o a una niña jugar con muñecas, simplemente sentaos a observar la maravilla de los procesos y contemplad la belleza de movimientos, palabras y miradas que os trasladarán a algún momento de vuestra niñez.
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