Arena y arena kinética

¿Hay acaso algún niño o alguna niña (o alguna persona adulta) que se pueda resistir a jugar con la arena? No nos referimos al barro, a enguarrinarse en los charcos, porque sabemos que no a todo el mundo le gusta y ellos y ellas no son una excepción, sino a jugar con el poder hipnótico de tocar con las manos una arena seca y suavecita, o de ver cómo se desmorona una torre de arena kinética. 

Creemos que no hay nadie que se resista, porque jugar con arena es súper agradable y satisfactorio. Esa sensación de sentir cómo se desliza entre los dedos, escuchar cómo cae, traspasarla de un contenedor a otro, colarla, usarla para regar, humedecerla para hacer castillos… La arena es un material sensorial de juego fantástico, que no es nada pero es todo a la vez. 

No sabemos bien si la arena kinética está hecha para que los niños y las niñas se diviertan y experimenten o que las personas adultas entremos en trance. ¡Qué gustito da tocarla, apilarla y luego ver cómo se desmorona y se escurre a cámara lenta entre las manos! Podríamos ponerla a la altura de escuchar la cadencia del mar durante horas o mirar al fuego hipnóticamente.

A nosotras nos gusta tanto la arena en general que por eso la tenemos en diferentes versiones: arena natural (lista y tratada para usarla en areneros de exterior e interior), arena kinética, arena de colores y arena de cuarzo. 

Y sí, sabemos que jugar con arena ensucia y luego hay que pasar la escoba o en casos extremos, la aspiradora por toda la casa o el aula, quizás manche un poco la ropa, las manos... pero difícilmente encontraréis un material que les entretenga y guste más. ¿No estáis de acuerdo?